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Iba a comenzar mi artículo diciendo que Francisco Umbral no necesita que se le defienda...iba a comenzar diciendo eso..pero como, a la edad provecta de la que ya disfruto (Pla decía que la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo) presumo de conocer algo a mis querídisimos paisanos, creo que, por desgracia en este país sí hay que defender a los buenos escritores, máxime cuando, como en el caso del escritor que nos ocupa, no es solamente "bueno" sino que su excelente prosa queda muy lejos de este mediocre calificativo que acabo de entreocomillar. Umbral pertenece a esa minoría de grandisimos escritores a los que se seguirá leyendo en los siglos por venir. Seguimos viviendo -ya digo que por desgracia- en un país cainita en el que al primer cretino que, sin haber leído ni siquiera una página de libros tan bien escritos como La Noche que llegué al Café de Gijón, Mortal y Rosa o Travesía de Madrid entre otros muchos, a ese cretino encima lo aplauden el coro de asnos que lo circunda. Vean si no: Estando yo ejerciendo de Profesor en un Colegio Público de Barcelona, un compañero "progre" (los de mi generación entenderán la ironía que encierra el entrecomillado) mientras tomábamos café en la Sala de Idems, y leyendo, el susodicho, con cierta conmiseración hacia mi pobre persona, leyendo el titulo del libro que ese día llevaba yo para leer en el "metro" me espetó a boca de jarro: Pero...¡bueno! Alberto...¿tú lees a Ortega y Gasset? ¿Ese no era un facha (un fascista)? El libro que yo llevaba ese día era La Rebelión de las Masas (lectura que, desde mi teclado recomiendo encarecidamente a todo el que quiera darse un paseíto por las tripas sociológicas de nuestra querida piel de toro) que el "progre" ni había leído -me dijo pontificando como un papa preconciliar- ni pensaba leer. Este "progre", mucho más joven que yo, había pasado por la Universidad...¡española! y se permitía pisotear con su pestilente pezuña de asno un libro (da igual el que hubiera sido) ¡¡¡sin haberlo leído!!!Sólo me faltó volverle la espalda y, dirigiéndome a una tercera persona imaginaria y del sexo femenino (por aquello de mi complejo de Edipo) decirle aquello tan castizo en la prensa de humor: ¡Ya ve señora! ¡España sigue siendo diferente!
...Y, lo que me sucedió con Ortega, me ha sucedido con Cela y con el que hoy me ocupa, Umbral entre otros muchos Comienzo diciendo, ya de entrada, que desde que ha fallecido este magnífico escritor, maestro, mejor o peor aprovechado, pero indiscutible de muchos de los que vamos por ahí emborronando pantallas o papel, dando la murga con las letrujas que pare nuestra irredenta vanidad, y sacando a plaza libros absolutamente prescindibles...;desde su fallecimiento me niego a ese tuteo macarra de Paco Umbral. Quéde eso para sus familiares y amigos y personal allegado (como se dice en la instancias oficiales). Yo no le bajaré el Don. Don Francisco Umbral.
...Y es que llevaba ya algún tiempo, buscando entre el caos de mi biblioteca, con la intención de releerlo, Mortal y Rosa un libro de Umbral que muy pocos han leído. Está dedicado a la muerte de su único hijo, es decir que es un libro que nació del dolor, de un dolor muy intenso, y así como la ostra va tallando su perla alrededor de la herida, Umbral fue esculpiendo su prosa alrededor de la ausencia del hijo querido.
...Y me ha ocurrido lo que ya sospechaba siempre que abro un título de este genial escritor....que es como si al llegar lleno de polvo, lodo y tierras del camino, a la Posada o Venta para darles reposo nuestros pellejos fueras acogido por unas suaves pero recias manos femeninas y metido en el baño te escamondaran, te asearan, te quitaran toda la mugre de la carretera.
...Y es que uno, por desgracia lo lee todo y el lenguaje se nos va empobreciendo con esa mala prosa que por diversos motivos hemos de embaularnos, terminando al final (si no ponemos remedio acudiendo a las baldas de la biblioteca donde se encuentra Umbral y el resto de los clásicos) terminamos como esos jóvenes analfabetos de hoy en día que con dos adjetivos, un adverbio, el infinitivo de un verbo aliñado todo con algunos gruñidos ininteligibles pasan toda la noche haciendo como que hablan y siendo respondidos por sus congéneres en la misma jerigonza. Para evitar la barbarie tienes que acudir de vez en cuando a las páginas de Umbral para enriquecer tu prosa. Umbral es literatura en estado puro..es casi prosa poética (el casi habría que quitarlo). Pero, como Umbral vivía -ya se ha dicho- en un país cainita le pasaba al pobre lo que le pasaba a Ortega y a Cela, que, el primer ágrafo y álalo que cuando pisa una biblioteca le salen urticarias...ese, con una pedantería chulesca (¡¡¡y sin haberlo leído!!! -repito-) se atrevía, escondido entre la masa de asnos que lo corean, a emitir lo que él llama crítica literaria.
Para los hombres de buena voluntad que se han dejado llevar por esa imagen de ogro que han destilado en la pantalla de la "tevé" Umbral, Cela, (otro de los grandes del que ya hablaré)...para esos hombres les recomiendo que acudan a sus libros, que no se dejen influir por la imagen del escritor, pues no creo que ese mismo lector le exija al zapatero de su barrio que sea de su mismo equipo de futbol (y si lo hace es un cretino y le sobran mis consejos) o que le guste la misma marca de cerveza que él consume o que sus preferencias sexuales caminen juntas....Nada de eso, yo creo que se conformará, mejor dicho, exigirá, sólo que sea un buen zapatero y que su trabajo valga el precio que cobra. ¿O no? Pues, amigo, haz lo mismo con Umbral. ¿Qué te importa a tí la vida privada de este escritor? ¿Que te parece un borde? Pero....si nadie te va a obligar a vivir con él. Atiende bien a lo que te digo: a muchos de los que adoran (además de sus escritos que son muy buenos) a su persona en el escritor García Lorca se les derrumbaría ese confortable mito si leyeran los Diarios Secretos de Salvador Dalí o los comentarios jocosos (de tono subido) que Buñuel (¡si, el director de cine!) en sus memorias El Último Suspiro hace de nuestro poeta andaluz. Pero, voy a callar yo y dejar que sea la mente lúcida y la ágil pluma de Andrés Amorós el que ponga el broche de oro en este panegírico sobre mi querido maestro. Amorós, en su libro Diario Cultural de Selecciones Austral de la Editorial Espasa Calpe y en la página setenta escribe:
"Hay que recordar, una vez más, cosas elementales. Con buenos sentimientos se hace, muchas veces, mala literatura. El infierno de la literatura está empedrado de buenas intenciones.
Para unos, los buenos sentimientos serán el amor a la patria y la familia, las creencias, el ataque a las dictaduras. Para otros, la destrucción del sistema capitalista, la construcción del hombre nuevo y la sociedad sin clases. Da igual, a estos efectos. Todos conocemos poemas, novelas u obras de teatro que cantan estos sentimientos tan nobles, y que [desde el punto de vista literario] son una absoluta porquería. Así suele suceder en general con los primeros frutos literarios de muchos aficionados.
En época de Franco se escribieron muchas obras literarias, de la tendencia llamada social, con el intento de producir un cambio social y político en el país y, en definitiva, la caida de la dictadura. No hicieron mella al régimen. Franco murió en su cama y, hoy, buena parte de esas obras no las recuerda casi nadie. Eran, simplemente, malas, como literatura. [........] La gente suele mitificar demasiado al escritor y eso me parece muy peligro porque falsea su imagen. Entre otras cosas, suele exigírsele una ejemplaridad constante y concedérsele, en principio, un crédito desmesurado. Algunos grandes escritores han sido ladrones, asesinos, gentes de vida irregular. No hablemos de todos los que han sido homosexuales, de los que viven al margen de la moral conservadora. No es eso. Algo más radical: de algunos grandes escritores podemos pensar, por los testimonios que nos han dejado sus conocidos, que eran malas personas: gentes dificiles, retorcidas, que no se portaban bien con sus amigos. Luis Cernuda debió de ser uno de estos. Sus cartas, que ahora se van publicando, muestran su capacidad para herir injustamente, sin necesidad. Don Jorge Guillén, con su sonrisa bondadosa, me dijo un día: "¡¡Lo que nos costó a Pedro Salinas y a mí seguir siendo amigos de Luis Cernuda!!". Del mismo modo, la figura la figura de Juan Ramón Jiménez presenta aspectos verdaderamente poco gratos. ¿Habrá quien ponga en duda, por eso, que Juan Ramón y Cernuda han sido dos de los más grandes poetas españoles?" (Andrés Amorós. Diario Cultura. pags. 70-71. Editorial Espasa Calpe. Madrid 1983.
(jean valjean)